Estaba destinado a ser Actor desde pequeño y empecé a formarme profesionalmente para ello en 1982. Ha llovido mucho y han pasado muchas cosas desde entonces, y aquí sigo. He conseguido sobrevivir en esta durísima, maravillosa e inquietante profesión nuestra que me robó el corazón y el alma cuando niño haciéndome soñar con ser y con vivir distintas vidas. Y consiguió, poquito a poco, ser mí dueña, convertirme en lo que soy y ser mí vida entera.
Y no sé vivir de otra manera; no puedo, no quiero dejar de ser actor. Necesito seguir contando historias que sueñan y crean sus autores; sentir investigar y comprender, sufrir y disfrutar y dar vida animada a las vidas inmóviles, de tinta y de papel que escriben otras gentes. Desnudarme y vaciarme de mí mismo en un plató o un escenario para encarnar y defender e interpretar y trasmitir a los demás lo que les pasa a otros; exponerme a la crítica o al aplauso de un público imparcial. Buscar su aprobación y su cariño y sentir la sensación del vértigo que da la incertidumbre de saber si tu trabajo de hoy les gusta o no les gusta…eso…eso me encanta. Me pone.